Cumbre del G77 + China o la alianza rebelde
Si a principios del siglo XX Amrica del Sur vivi el llamado giro a la izquierda, hoy no cabe duda que la regin vive una revitalizacin del sentimiento revolucionario encabezada por figuras como Gustavo Petro, Lula, Daz Canel u Ortega. La cumbre del G77 + China celebrada en La Habana los das 15 y 16 de septiembre sirvieron para evidenciar ante el mundo que esta vez el discurso anti establishment est ms arropado y cuenta con ms apoyos a nivel mundial.
El Grupo de los 77 fue originalmente fundado en el seno del sistema de Naciones Unidas y agrupaba a los pases no alineados. La idea principal de esta heterognea coalicin fue la conformacin de un frente comn para visibilizar los intereses de los pases en vas de desarrollo dentro de los organismos internacionales, sin embargo, ha tenido escasos logros y su capacidad de coordinacin ha sido tambin limitada. La importancia de la ms reciente reunin del G77 + China, que actualmente est formado por 134 pases, radica en la uniformidad ideolgica de sus integrantes ms notorios, entre los que se encuentran Cuba, Venezuela, Colombia y Brasil, y que comulgan adems en sus reclamos anti imperialistas y en la apertura hacia una China cada da ms activa en materia de poltica exterior.
No cabe ninguna duda de que la revitalizacin este bloque de pases responde al crnico debilitamiento de la democracia liberal alrededor del mundo. Si desde mediados del siglo XX el mundo en desarrollo se caracteriz por la institucin de la democracia y la creacin de economas libres, hoy en da, al amparo de China, cada vez son ms los pases en vas de desarrollo que se muestran crticos con la democracia liberal y reivindican la creacin de nuevos sistemas polticos. Dentro de los discursos presentados en Cuba en la ms reciente cumbre de este grupo, fue constante la crtica al sistema poltico y econmico creado tras la II Guerra Mundial. El mismo Secretario General de la ONU se quej de que «el mundo les est fallando a los pases en desarrollo» y sugiri apostar por medidas a nivel nacional que garanticen la buena gobernanza y medidas a nivel global que respeten la titularidad nacional.
De igual manera, dentro de los discursos ms relevantes pronunciados por mandatarios presentes en la cumbre del G77 + China, hubo dos factores comunes. El primero de ellos fue la autoidentificacin de los pases miembros del bloque como «pobres». Incluso el presidente colombiano Gustavo Petro, en un guio al himno de La Internacional Socialista, dijo que «los miembros del G 77 hacemos parte de lo que la ciencia llama los parias de la tierra», mientras que, en la misma lnea, el dictador cubano Daz Canel denunci que el Sur global es vctima de intercambios abusivos y desiguales. Es poco novedoso el anlisis de la coyuntura poltica y econmica que estos mandatarios manejan, y si se compara con la retrica de los revolucionarios cubanos o nicaragenses de hace cuatro o cinco dcadas, se encuentran pocas diferencias.
Otro punto en comn fue la apuesta por la creacin de un mundo nuevo, un sistema econmico en el que el sistema de libre mercado quede relegado a un segundo plano y se d prioridad a lo pblico, porque, de acuerdo con Gustavo Petro «la planificacin humana es superior a la inhumanidad del mercado», mientras que Nicols Maduro apost por el control estatal de las redes sociales e internet. Los reclamos por el establecimiento de economas planificadas como solucin para los problemas econmicos de la regin latinoamericana tampoco implican innovacin alguna, es ms, el pas anfitrin de la cumbre tiene un modelo de economa planificado y no ha podido solventar los problemas econmicos en los que vive sumida la isla desde hace sesenta aos.
Sera iluso pensar que existen realmente intereses y reivindicaciones comunes entre un grupo de 134 pases, sin embargo, es necesario prestar atencin a la posicin anti estadounidense y de rechazo a la «imposicin de leyes y regulaciones con impacto extraterritorial». En este sentido conviene destacar la intervencin de China dentro de este grupo como miembro no oficial, ya que implica la presencia de la segunda economa global y una de las mayores potencias geopolticas y militares de la actualidad. El gigante asitico se ha mostrado siempre crtico con los Derechos Humanos y el rol de los tribunales y organismos internacionales que han condenado la represin de las minoras y la falta de libertades para la poblacin en general, y ahora esta postura ha encontrado eco en un mundo en desarrollo cada vez ms desencantado con el discurso de occidental centrado en la democracia y la economa de mercado.
La desafeccin hacia los grandes acuerdos sobre poltica y economa alcanzados durante la posguerra pone en serio riesgo la gobernanza mundial. Ese rechazo a las leyes y regulaciones internacionales significa que los estados seran capaces de violar los derechos y libertades de sus ciudadanos sin que ningn otro Estado u organizacin pueda alzar la voz. Por lo anterior, haran bien las democracias ms desarrolladas y las economas ms solventes del planeta en prestar atencin a los reclamos y necesidades de los pases en vas de desarrollo, buscando integrarles de nuevo en el concierto internacional a la luz del que tantos pases han salido adelante.
Juan Diego Molina Mndez. Investigador del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra