la historia de Saman, asesinada por su propia familia porque rechazó casarse con un primo
Los crímenes de honor son los asesinatos que cometen los varones contra las mujeres de una familia. Padres que matan hijas, hermanos a hermanas, primos a primas, tíos a sobrinas, abuelos a nietas, y así. La única excusa que precisan para hacerlo es argumentar que «mancharon el honor de la familia».
Dentro de esa explicación puede entrar la negativa de una joven a casarse -tal vez un desconocido o alguien muy mayor-, en un matrimonio arreglado, o la constatación de que la mujer ha sido infiel o incluso si fue violada. Es que aunque el sexo haya sido a la fuerza y contra su voluntad, la culpa la carga la mujer.
La historia de Saman
Dos años atrás, en Novellara, Italia, una joven de 18 años llamada Saman desapareció misteriosamente, aunque no tanto: sus vecinos sabían que se llevaba muy mal con sus padres.
Saman vivía allí desde sus 3 años, cuando había llegado junto a su familia desde Pakistán. Su padre, Shabbar, enseguida comenzó a trabajar en los campos de frutas y verduras. Su familia la obligó a vestir siempre de negro, cubierta de la cabeza a los pies. La obligaron a abandonar la escuela.
La chica pidió a los vecinos que hablaran con sus padres para que la dejaran estudiar. A los 17 años, cansada de las peleas con sus padres, que querían que ella volviera a Pakistán, los denunció al servicio social del municipio, que la mandó a una casa protegida.
Cuando cumplió 18 años volvió a su casa para buscar sus documentos e irse definitivamente. Era el 30 de abril de 2021 y volvió a pelearse con su familia.
El municipio denunció la desaparición de Saman y cuando los carabineros fueron a buscarla a su casa la encontraron vacía. Los padres habían regresado a Paquistán. No había rastros de la joven.Luego se vieron imágenes de cámaras que mostraban a los fammiliares con Saman , y palos y palas.
Saman le había dicho a su novio que si en dos días no sabía nada de lla llamara a la policía. El novio luego contó que Saman le había mandado un mensaje de texto diciendo que había oído a su tío decir que «el asesinato es la única solución para las chicas que desobedecen los estrictos códigos de honor de Pakistán».
El padre fue detenido finalmente el15 de noviembre de 2022 en Paquistán. El hombre es sospechoso de haber matado planificado junto a su esposa y otros familiares el asesinato de Saman.
El Tribunal Superior de Pakistán, el 4 de julio de 2023, consideró la extradición contra Shabbar Abbas. Y esta semana el gobierno paquistaní acordó la extradición del detenido.
Castigar la desobediencia
«Es escalofriante el feminicidio de Saman… Más de 650 millones de niñas y mujeres se casaron durante su infancia entre el 2010 y 2020, según un informe de UNICEF. Además, en Asia Meridional y África Occidental existe una tasa de prevalencia de las niñas obligadas a ser esposas», dice a Clarin Karina Bidaseca, doctora en Ciencias Sociales, investigadora del Conicet, docente de UBA y UNSAM.
«El honor familiar, como el control sobre la sexualidad de las niñas, son formas que adoptan sociedades en las que la religión y la tradición imponen castigos a las mujeres hasta el extremo de atentar contra la vida de su propia hija. Esto implica la cosificación y apropiación del cuerpo tanto para castigar la desobediencia, es decir, no aceptar la tradición del matrimonio sin consentimiento de las mujeres y niñas para una decisión que les compete como para desmembrar su cuerpo convertido en residuo hasta hacer desaparecerlo y con él su memoria. Es un hecho trágico que, como todo femicidio, exige justicia», asegura Bidaseca.
«Las estructuras patriarcales son sumamente violentas y fundantes de los sistemas sociales tanto en oriente como en occidente que desprecian las vidas de las mujeres y niñas», agrega la especialista, que opina que «el cambio cultural y de género está siendo amenazado con los avances de las derechas que controlan nuestras sexualidad limitando nuestra libertad de elegir».
«Los sistemas donde las democracias están más consolidadas respetan sus derechos y desarrollan políticas públicas que permiten desarrollar un trabajo que alienta la educación sexual integral como herramienta de concientización de género -continúa Bidaseca-. Las violencias contras las niñas y mujeres no disminuyen sino que se profundizan porque los valores que Occidente intenta imponer al resto del mundo terminan bajo una retórica salvaciónista, amenazando a otros pueblos. Esa amenaza claramente se observa en el femicidio de esta joven que decide agenciarse en su elección amorosa y en una generación que se rebela a sistemas de opresión».
Potestad sobre la vida
«El caso de Saman Abbas, la joven paquistaní asesinada en Italia, vuelve a poner en agenda los asesinatos llamados crímenes de honor«, dice Mariela Belski, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina.
«La familia de una mujer puede aceptar o ejecutar su asesinato si ella rechaza un matrimonio pactado previamente. Esos matrimonios forzosos o arreglados suelen contar con el beneplácito de los familiares pero no con el consentimiento de la novia, y, además, generalmente, tienen fuerte influencia de mandatos religiosos», explica.
«Esta figura de «crímenes de honor» es repudiada, sin excepciones, por Amnistía Internacional. Desde la organización hace años denunciamos esta práctica que afecta principalmente a mujeres. Bajo este procedimiento se pretende justificar que, por no haber cumplido los mandatos familiares, los propios parientes se arrogan la potestad de decidir sobre el derecho humano más elemental de la persona asesinada, que es el derecho a la vida», agrega Belski.
«Estos crímenes tienen un inseparable vínculo con la pena de muerte. La pena capital es el exponente máximo de pena cruel, inhumana y degradante. Nos oponemos en todos los casos sin excepción», agrega y concluye: «Repudiamos estos asesinatos “de honor”, que son una de las más violentas manifestaciones en contra de los derechos humanos y pedimos a las autoridades de los países que aún los aplican que pongan fin a la impunidad de estos homicidios». .
El Fondo de Población de Naciones Unidas estima que 5.000 mujeres son asesinadas de esta manera cada año en todo el mundo, y que alrededor de mil son de Pakistán.
Grupos feministas calculan que la cifra de mujeres asesinadas llega en realidad a 20.000 por año. Para Naciones Unidas es difícil acercarse a la realidad porque son asesinatos que no se denuncian ni suelen castigarse.
Las asociaciones de derechos humanos y de mujeres lograron que en 2016 cambien las leyes: se impuso la pena de 25 años de prisión para quien asesinara a una mujer y se prohibió que los asesinos queden libres si reciben el perdón de los familiares de la víctima.
Pero muchas muertes siguen quedando impunes. Como la de Qandeel Balonch, de 26 años, una celebridad en internet, conocida como la Kardashian de Pakistán. Su hermano Waseem Azeem consideraba sus posados en Facebook «vergonzosos» y el 15 de julio de 2016 la mató asfixiándola mientras dormía. Azeem fue condenado a cadena perpetua en 2019, pero fue liberado un par de meses después porque sus padres lo perdonaron.